Blanca Ermina Romero Delgado, mejor conocida como Mamá Blanquita, fue de las primeras que se unió a la iglesia de San Lorenzo ayudando en la cocina para realizar Las Pupusas, platillo original de El Salvador, lugar que la vio nacer.
Violeta Berenice Vargas, hija de Blanquita, dijo: “mi mamá, una mujer luchadora, fuerte, determinada, inteligente, capaz de todo, lo sabía hacer todo, le decía mamá, no no, esto así se hace, no hay que dejar, muy fuerte”.
A los cuarenta años llegó a Canadá aprendió inglés, trabajó como asistente de enfermera después de obtener su grado en Estados Unidos, y siempre asistió a personas de la tercera edad, posteriormente estuvo en Servicio Army , pero también era costurera, repostera y cocinera.
Blanquita nació de un hogar humilde, con 16 hermanos, sólo sobrevivieron 8, los demás murieron al nacer, como hermana mayor ayudó a los miembros de su familia aún estando en Canadá les mandaba dinero para que se hicieran de su casa, siempre ayudaba a las personas.
“yo me acuerdo algo que ella hacía, ella tenía un plato y un vaso que ella apartaba, ella lo lavaba y lo apartaba y cuando venía la gente con hambre, algún señor que no había comido, ella guardaba lo que nos sobraba de la comida, ella lo guardaba y le venían a tocar la puerta, gente con hambre, señores, viejitos y ella sacaba su vaso, nunca le negó comida a nadie y yo me acuerdo que ella agarraba calentaba ponía tortilla “tome” y le daba agua o refresco lo que fuera, yo me acuerdo que tenía 5 o 6 años”, comentó: Violeta Vargas.
Blanquita cuando era joven soñaba con ser cantante, pero esas carreras no eran bien vistas en la sociedad por lo que fue un sueño que no logró realizar, a cambio, le gustaba escribir poesía, lo hacía para la comunidad de la iglesia San Lorenzo, amigos, y familia.
“en el pueblo de ella que es socorro ahí se usan las orquestas y todo eso, y ella su sueño era ser cantante, pero en ese entonces la habían aceptado y la agarraron porque quería que fuera cantante de esa orquesta pero su mamá no la dejó, dijo: “no no no, no vas hacer eso, cómo vas hacer eso”, en ese entonces no era bien visto, entonces era su sueño frustrado”.
Blanquita era tan organizada que hasta su funeral dejo planeado, su amiga al entrar a su cuarto encontró todo para realizar un altar que se colocaría en su honor en su casa, dejó poemas para todos los integrantes de su familia, y el dinero para los gastos que pudieran generarse para cuando ella ya no estuviera, también eligió las canciones que serían interpretadas al momento de su funeral.
“nos dejo con dedicatoria, empezamos a buscar en las cosas y ella nos había dicho cuando yo muera esto es de ustedes, y nos dejo su libro de poemas escrito por ella con dedicatoria para todos nosotros, los hijos, ella siempre planeaba, era una persona que siempre planeaba para el futuro”.
Mamá blanquita será recordada por siempre entre sus familiares y la comunidad de la Parroquia San Lorenzo.