 Por Raúl A. Pinto
Quiero comentar con mucho entusiasmo el estreno de la película “Dunkirk”, dirigida por el gran Christopher Nolan. Nola, de origen inglés, ha hecho sólo un puñado de películas desde 1999, cuando llamó la atención de la crítica con la genial “Following”.
Desde ahí nos presentó una de las cintas más innovadoras del nuevo siglo, “Memento”, que en mi opinión es su mejor trabajo, y desde ese punto su presupuesto se disparó hasta realizar superproducciones. Pero, hay que decirlo, la calidad de sus historias también ha ido en aumento. Solo pensemos en su lista de films: Memento, Insomnia, The Prestige, Inception, Interstellar, y la trilogía de cintas de Batman que acercó el comics a los críticos más intelectualoides del cine.
Hace dos semanas se estrenó lo que él mismo ha llamado su cinta más personal, “Dunkirk”, que cuenta la historia de la batalla de Dunquerque durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los aliados enfrentaron al ejército nazi con el objetivo de liberar a un grupo de soldados británicos y aliados entre mayo y junio de 1940.
Como todo lo que hace Nolan, Dunkirk es un espectáculo visual, con toques oscuros, tal como siempre ha sido la guerra, y cierto pesimismo sobre la vida, que es precisamente lo que la guerra causa.
Esta película ha tenido muchas críticas, como todos los trabajos de Christopher Nolan, debido a su obvia ambición por mostrar grandielocuencia. Pero tal como muchas de sus cintas, Dunkirk funciona. Y funciona muy bien. En algunos puntos recuerda grandes películas de guerra como Rescatando al Soldado Ryan, que también fue muy fiel a la realidad del campo de batalla. Cada ciertos minutos hay tranquilidad, diálogo, y miradas vacías a cargo de un grupo sólido de actores como Mark Rylance, Kenneth Branagh, Cillian Murphy, Tom Hardy y hasta el cantante veinteañero Harry Styles, quien tiene un desempeño bastante decente, y de pronto la acción no solo se vuelve violenta,se vuelve perturbadora, y el hecho que se haya estrenado en las enormes pantallas IMAX hace aún más difícil quitar la mirada de ella.
Las batallas, las guerras y los triunfos generalmente están teñidos de un historial de sangre, y saborear el ser “los ganadores” de una guerra tan lamentable como la Segunda Guerra Mundial a veces tiene más de agraz que de dulce. Dunkirk te agarra por el cuello como espectador, y te hunde hasta la realidad de la guerra, y de la vida al fin.
Dunkirk, de 1 hora y 46 minutos de duración, clasificada PG por escenas de violencia y cierto lenguaje, está recomendada.
